lunes, 15 de febrero de 2010

PLATERO y YO: UNA BELLEZA POETICA, ETERNA

"Platero y yo", de Juan Ramón Jiménez, Ediciones Amanecer
El poeta español Juan Ramón Jiménez, Premio Nóbel de Literatura, 1956


Estatua de Juan Ramón Jiménez, en Moguer, Huelva, España.
Fue nuestro libro más querido de la escuela. Impregnado de una poesía sin igual de un grande de la literatura. En sus páginas, desarrolla circunstancias de evolución anímica y de un paisaje interior. Si bien es una obra relativamente corta y algo triste, contiene metáforas (los espejos de azabache de sus ojos), reflexiones de la vida, y el autor hace un maravilloso relato de su compañero, el fiel burro. "Platero y yo" de Juan Ramón Jiménez, no fue una lectura más de la primaria. Vaya nuestro recuerdo.

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
— Tié asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario