domingo, 8 de agosto de 2010

CLAUDE FRANCOIS: EL TELEFONO LLORA

Iniciamos agosto, el mes de la nostalgia con recuerdos a flor de piel. Destacando en ésta oportunidad un tema que inundó las radios partir de 1974, entonado por un cantante que por ese momento era un desconocido para nosotros –no eran tiempos de internet o vía satélite, precisamente- y que en su propia versión en español, evidentemente no pasó inadvertido ni mucho menos. El intérprete y compositor le vocalizaba a su hija en la canción, quien también participaba haciendo y respondiendo preguntas de su ausente papá, acerca de su mamá... En un estilo romántico, onda “teleteatro”, el hit contenía buenos arreglos y orquestación acorde, pegadizo, muy pegadizo. Fue tal el suceso, que muchos otros solistas lo adoptaron para si y lo grabaron en su estilo, a través del tiempo, registrándolo en francés, italiano, inglés y en español. “Le telephone pleure” – “El teléfono llora”- le otorgó notoriedad mundial a Claude Francois. Es más, se identificó plenamente con él. “...Llora el teléfono si ella no está, el ruido de mi amor se muere en el auricular...”, melodía inolvidable que trepa enormemente en cualquier ranking de old hits de todas las épocas. Para muchos Claude Francois es un cantante galo, pero no es así. Simplemente que Francia fue su país de adopción. Es hijo de padre francés, Aimé Francois, y madre italiana, Lucie “Chouff”; nacido el 1º de febrero de 1939, cerca del lago Timsah, en la ciudad de Ismailia, situada en la ribera noroeste del canal de Suez, a 140 kilómetros de El Cairo, Egipto. En su trajinar por el mundo con su repertorio y sus actuaciones, se salvó repetidas veces de la muerte. Fue agredido brutalmente por un fanático, se reventó un neumático de su auto mientras conducía en una carretera y fue superviviente de un atentado explotando una bomba muy cerca suyo. Hasta que en un momento espectacular de sucesos y triunfos, en la soleada tarde del sábado 11 de marzo de 1978, ocurriría algo muy lamentable. Estando en la bañera, totalmente mojado, intenta reparar una lámpara floja con la mala fortuna de hacer contacto al instante, electrocutándose. Todo fue injusto, prematuro y absurdo. Tenía 39 años recién cumplidos. Claude Francois, quedará en la memoria por la eternidad.

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